miércoles, 30 de junio de 2010

Crónica de un encuentro Murguero




A nuestros hermanos de la Murga del monte, que los cumplan, de corazón, muy feliz.


En plena siesta, a la hora en la que, según la leyenda, deambulan el pombero o el Yasy Yateré por algún paraje de esta comarca, los Murgueros de la Estación se encontraron en su nueva casa, ahí, en Pedro Méndez 171, para empacar la utilería y otros menesteres imprescindibles y marcharse rumbo a Oberá, a pasar un fin de semana junto a sus hermanos de la Murga del Monte quienes celebraron grande y merecido por los 10 años de vida y nos convidaron.

Ya en pleno viaje, rumbo a la Capital del Monte, los músicos del elenco hicieron cantar a la guitarra y la guitarra hizo cantar a los viajantes, en un inefable compartir, aquello que no puede muchas veces explicarse. Y, ni bien llegaron a la casa de los queridos anfitriones allá, en Oberá, los vieron también en pleno canto a ellos, en un inefable compartir…¡Había que verlos señores!, sentir aquella música que nacía: rostros diferentes, energías encontradas, formas disímiles pero similares de entregarse al canto, y el poema hecho canción: “el viento nos juntó…la murga nos unió…” expresaban aquellas cincuenta o sesenta personas, ensayando la canción final de la obra que la Murga del Monte compartió luego, durante la ocasión: “Los che,che,che”, junto con una pieza circense y un número musical que ganó la ovación del público.

Luego del fraternal saludo de bienvenida entre ambas agrupaciones y el reconocimiento del espacio por parte de la Murga de la Estación, comenzó el maquillaje masivo y la puesta de la máscara que desenmascara: pues, como bien dicen los que saben, al cambiarse uno las vestiduras e ingresar en el tiempo de la acción teatral, libre junto a los otros de las máscaras cotidianas, cambia, cambiamos, por un ratito, aunque más no sea, nuestra identidad, para ser nosotros de otra manera.
Pues bien, el fin de semana el encuentro de ese nosotros fue multicolor y fulgurante, heterogéneo señora, señor, como el mismísimo teatro comunitario, pero, a la vez, ha sido un encuentro de semejantes, entre “vecinos actores” y “vecinos espectadores”, que se rieron sin dejar de reflexionar sobre algunos aspectos acuciantes de la realidad, cuando la Murga de la Estación presentó “Los hinchas de San Juan”, su pieza alusiva para rendirle culto al Santo Murguero y a sus feligreses, o cuando la Murga del Monte, en plena algarabía de año nuevo, hizo disfrutar a los presentes con la magia de “Los che,che,che”, con sus acróbatas y personajes circenses o, ya en pleno cierre, con aquél aclamado interprete de boleros y otras melodías.
Se pasó lindo, y más; baste con decir que el encuentro culminó en danza colectiva, que parecía interminable.

Todo lo mencionado más arriba fue el día sábado 26

Lo sucedido el día domingo 27 fue, también, una alegría para el espíritu: los Murgueros del Monte hicieron fideos caseros, y se armó un banquete de esos que hasta los Dioses envidian. Era una mesa desmesurada, felizmente desmesurada de comensales, que, con la panza llena y el corazón contento, como se dice, aplaudieron a los cocineros y a los colaboradores. Y después de la pera de postre, para que contar lo que vino, querida/o lectora/or. Usted ya lo sabe, imagínese: fueron uno más, fuimos uno más, junto a Usted y Otros Tantos, en Johannesburgo, más precisamente ahí, en la cancha, junto a los once de celeste y blanco contra los de verde, y se fundieron en un grito interminable de gol, nos fundimos en un grito interminable de gol, y en otro, y en otro más…

Finalmente, previo a la despedida con los hermanos de la Murga del Monte, los integrantes de la Murga de la Estación les dieron, les dimos, las muchas gracias, porque se lo merecen…

Y nos volvimos.

Felíz cumpleaños para la Murga del Monte, y que vengan muchos, muchos más.

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